jueves, 3 de septiembre de 2009

es tan aguda la voz del deseo
que es imposible oírla
es tan callada la voz de la verdad
que es imposible oírla
(Blankita)

Era una mirada penetrante de interrogante. Las ideas estaban volando cual mariposillas que aleteaban, aleteaban, aleteaban y zumbaban. De manera terrible. Una mano colocada con los dedos muy abiertos y apretados. Apoya toda su duda en esa mano y en la otra se ha cerrado el puño que quiere expandirse y no puede. Las dos manos eternamente juntas, no han encontrado la libertad. Las dos manos con los dedos queriendo ser libres se aprisionan tras esa luna ya no hay ese rojo circulante, están blancas.
Tan cerca está ese azul infinito, ese aroma hermoso, esos arañazos de pestañas y ese bellísimo oscuro absoluto. En esos tonos los dedos y las manos eternamente juntas, pueden sentirse libres. No, no es demasiado tarde. Ese brillo inmenso amarillo, esa densidad, ese azul infinito abriendo esas manos libres, siempre libres, esperando para abrazarme con su dulce aroma. Están los dedos más blancos que nunca y el cuerpo, ese cuerpo, cubierto del rojo más hermoso que nunca.

Densidad + gravedad = Libertad