lunes, 30 de noviembre de 2009

Y no hago otra cosa que escribir

Hay un satanás que ilumina mi mirada.

En estas noches de octubre y noviembre

se me hacen más rojos los labios y menos fulguradas

las profundas bocanadas de este fuego profundo.

Mírate el corazón derecho

mira mis hombros

y pierde para siempre la exclusividad.

Se ha roto la fuerza de mi continuidad

y la perversa manía de alargarme las faldas.

Camino el largo trecho del zanjón

tus pasos han quedado como sombra

sombra que no reconoce

que no sigue este cuerpo en soledad,

este cuerpo de costumbres.

Este satanás no me atormenta, me aplaca.

El camino que transcurro

me despoja de estas sombras continuas y perseguidoras.

Se ha terminado la voz de mis respuestas ausentes.

Se ha roto la fuerza de mi continuidad

y la perversa manía de alargarme las faldas.

Dentro del ataúd yacen esas voces esperanzadoras

esos ojos iluminados.

Estas nuevas pupilas

están amando los infiernos más profundos

ya no quieren distinguir entre verdades o por qué (s).

Han renunciado a los ajenos dilemas

han dividido el alma entre felicidades y tormentos.

Han abierto mis cartas para escribir estos recuerdos

los he sellado con un beso y mi sonrisa más ausente

(mi sonrisa más presente)

y te vi

y te dejaré ir.

(mi pupila más quebrada)