La necesidad de observar y de aceptar las diferencias sobretodo en la tradición de cada una de las culturas generaría un mayor equilibrio. Por ejemplo, el aceptar que la muerte en algunas cosmovisiones es un ritual que debe ser cumplido ya que hay una justificación de corte tradicional. La aceptación de los otros y el entendimiento ayudaría a tolerar y generar un clima de equilibrio y a no caer en la mayor de las paradojas del tiempo contemporáneo: la necesidad de asesinar para generar la vida. El conflicto que se genera al no utilizar la mejor de las herramientas “la palabra” esta observación es representado en los guiones de la película de David Lynch “El hombre elefante”, Joseph Merrick (el hombre elefante) dice al ser cercado por un grupo de hombres que después de descubrir su rostro y observar su “diferencia” quieren cazarlo como si se tratara de un animal, él, atemorizado y desesperado dice:
- ¡NO! Yo no soy ningún monstruo, no soy un animal. Soy un ser humano, soy un hombre. (Al terminar de decir estas palabras Joseph se desvanece).
En esta película se demuestra la violencia a la que el hombre es capaz de llegar con tal de satisfacer su morbo y su placer. Eso es lo que esta sucediendo no somos capaces de observar la diferencia profunda, sino que sólo vemos los ojos sin ser capaces de observar la mirada. La diferencia territorial marca esa mala visión, sólo ver esa diferencia sin llegar a comprender la tradición.
Unos campesinos de poncho, sombreros de fieltros y ojotas de cuero, esperaban frente a la reja. Cuando la Cherokee se detuvo, se acercaron agitando el puño y gesticulando. Sus dientes enormes, sus bocas manchadas de verde, sus cuellos llenos de tendones, se repetían con leves variantes. El doble blindaje de la Cherokee no permitía oír sus gritos.
- Creen que es el ingeniero- dijo Benancio- Quiero decir, creen que usted es don Tato.
- ¿Son vanguardistas?
- Que ocurrencia, ingeniero, de ninguna manera, no todos los que parecen son, pues, ese es el problema. Estos son comuneros que vienen de San Pedro.[1]
El observar al otro no lo es todo sino que además es necesario intentar comprender o al menos respetar esa otra visión. Desde la perspectiva psicoanálitica, el respeto al que nos estamos refiriendo, puede ser llamado silencio inaccesible que es el espacio al que quienes no comprenden esa otra mirada no debe intentar inmiscuirse, lo que no implica negarse la posibilidad de percibir o sentir, esta comunicación (donde la palabra hace muy amplia la distancia entre el significado y el significante) es el tipo de declaración de las artes. Freud hablaba de este tipo de comunicación artística al comparar a la piedra y a la escultura en piedra. La piedra no puede hablar de por sí, sin embargo, cuanto poder de comunicación transmitía esa escultura, el poder comunicativo del arte no es totalmente comprendido, sino que hay rasgos de percepción y sentimiento. Sin embargo, la globalización nos absorbe y nos quiere aunar y convertir un todo totalizante.
La globalización” es el término que comúnmente se utiliza para dar cuenta de esa extraña experiencia del “mundo que se agota”. En medio de una sociedad sitiada y de una modernidad líquida, asistimos a un “planeta globalizado, donde no hay un “afuera”, no hay “tierra de nadie” a la cual “los otros” puedan ser deportados”.[2]
El espacio en el mundo globalizado tiende a uniformizar a las personas todos debemos ser igual que los demás sino se despierta la sospecha y se adquiere culpa. A su vez esta culpa obliga a muchos a pertenecer a grupos que a los que no pertenece, es lo que sucede en la novela se dice que por que tienen características semejantes son parte de vanguardia roja aparece la tendencia totalizar todo.
La comunicación sirve para dilucidar y diferenciar los grupos, en el caso de la novela es crucial establecer esta diferencia ya que la división de los grupos está regida por el tema de la fragmentación que estos tiempos no tolera ya que ahora la visión es, si hay dos grupos esto quiere decir que serán dos grupos enfrentados ya que se establece la teoría del “conmigo o contra mí”.
El objetivo de Grüner es mostrar las diferencias que hay entre todos y a su vez abrir los ojos ante esta diferencia de este modo se podrá investigar e intentar llegar a ese equilibrio tan ansiado por todas las ideologías que buscan ser la receta perfecta, receta, que no existe porque no podemos hablar de totalidades. En la siguiente cita, Vasili Grossman, describe esa situación: …así tras haber perdido el bien su universalidad, el bien de una secta, de una clase, de una nación, de un Estado, asume una universalidad engañosa para justificar su lucha contra todo lo que él conceptúa como mal.[3]
[1] De Piérola, José. El camino de regreso, Lima, Norma, 2007, p. [161]
[2] Quijano Valencia, Olver. Visiones prácticas de diferencia económica-cultural en contextos poscoloniales. Colombia, 2006, p. [5]
[3] Grossman, Vasili. Vida y destino. Lumen, México, 2008.