Hay momentos donde parece que todo es demasiado. Un incesante escape se te aproxima. Pero, aparece la banderita blanca, una sonrisa, unos ojos y una palabra que te indiquen que hay alguien esperando volverte a tener, esa fuerza de cristal enteramente antagónica (tan fuerte y frágil) aún habita adentro, sobretodo, de tu alma y estas regresando. Ese incesante ir y venir. El vidrio del alma más fuerte que antes, curada, sin más astillas, sin más quiebres. El reflejo de tu propia sonrisa en tu cristal y olvidar que aún hay gente que tiende la cama todos los días que se enoja porque la pasta dental no ha sido apachurrada en orden ascendente.
Retornaré con mis zapatillas rotas, son mis heroínas. Regresaré, mi cristal se ha reunido y aunque hay unas inexorables líneas, el sonido del mar las volverá invisibles y las aplacaremos cuando me vea en su reflejo.
Retornaré con mis zapatillas rotas, son mis heroínas. Regresaré, mi cristal se ha reunido y aunque hay unas inexorables líneas, el sonido del mar las volverá invisibles y las aplacaremos cuando me vea en su reflejo.