sábado, 29 de agosto de 2009

Los tonos de una noche que tendría que ser tan pueril.

Oigo una voz que me llama
casi un suspiro
rema rema…
creo que he visto una luz
(Drexler)

Unas noches casi ciegas por todas esas luces que nos brinda ese papel. Son recuerdos no podía negarlo, casi había huido de un recuerdo (de esos que mejor volteas o cruzas la calle para mejor no recordarlo). Abrió ese cuaderno antiguo muy dispuesta a hundirse en ese mundo del “trabajo” que le brinda la tan añorada, totalidad. Y apareció esa hoja que recordaba aquello que había sido mejor no recordar.
Los recuerdos que te hicieron feliz, a veces son los más dolorosos le dijeron mil veces. Pero, ella prefirió no escuchar sólo quiso creer. Los recuerdos de una mirada angustiosa de una mirada que interrogaba y pedía mil veces ya no recordar.
Es una confidencia le había dicho al destino. Lo tomo por los hombros, lo miró con los ojos de angustia que sólo pueden ser de ella con una lágrima de rabia y soledad. Le dijo: he decido negarte no voy a recordarte más. Pero, el destino se voltea con una sonrisa de lado, le dice: no te diré aún que le falta a la historia. Sin embargo, todavía oirás como retumba ese nombre a cada lado, aunque salgas espantada aquellas imágenes, sonidos, tactos y latidos; todavía falta cerrar la historia. Perdóname, pero aún recordarás esos cuerpos desnudos y esa casi buena historia.
Ella sólo se voltea, su cuerpo fuerte, su mirada dura. Pero que débil estaba por dentro, Finalmente ha sonreído le ha dado un portazo al destino, detrás de la puerta le ha gritado – Por favor, ya no vuelvas ha llamar- El destino ha sonreído, se dio la vuelta ya casi se está alejando. Ella ha cogido la manija, la puerta se abre lentamente. El destino se voltea la mira. Y ella comienza la corta, conversación.

- Es tarde.
- ¿Qué tendría que pasar?
- Sólo lo suficiente. (Unos segundos de silencio y completó la idea) como para volver a creer.
- Y si pudiera hacerlo.
- Es algo que no haría.
- ¿Por qué estás tan segura?
- Porque no lo ha hecho, hasta ahora.

Cerró la puerta y gritó ya muy alejada de la manija – ¡Repito lo dicho! Trata de no volver a llamar!- El destino caminando ya sabiendo que no voltearía, también gritó
– Sólo no tires a la basura todos los recuerdos no recordables- Y completo, casi en murmullos, es un consejo de destino a destinada
.




domingo, 9 de agosto de 2009

Hasta hoy

Hace mucho no me invadía esta debilidad en los dedos de escribir y escribir. Ser ellos son los que reinan mi alma, mis deseos, ser ellos todo mi cuerpo. Eran deseos de ser reyes, pero no lo eran. En cambio hoy que he visto a mi familia en todo su esplendor, me he visto madura, inmiscuida en esa fortaleza “forzada” que te da ser adulta. Ya no puede dudar y estar respaldada por una frase: es una niña. Todo ha cambiado y como escribí ayer en esas hojas que están eternamente esperando por mí, “las circunstancias se han confabulado con mi intención”. Es curioso como sobrepasas esa línea entre la infancia, la adolescencia, la juventud y la madurez. Me siento vieja, me he sentado en una banca rodeada de un bullicio de mediatarde en plena Av. Arequipa con todos tan apurados como yo lo estaba en esa mañana. Me he sentado ese día y me he encontrado. Estaba tranquila, aceptando mis fracasos y mis victorias. Pensando, una vez más, por qué son tan pequeños los cigarros nunca lo suficientemente largos como para terminar de analizar los meses que se nos escapan.
Hace un año aproximadamente me hacia demasiadas preguntas y aún me las hago, hasta creo que siguen siendo las mismas, esas preguntas que podrían traducirse en una Sabinada “¿Quién me ha robado el mes de abril? Cómo pudo sucederme a mí”. Sin embargo, ahora aunque siguen siendo las mismas preguntas y el abril es un sinónimo de mayo y diez meses más, ahora sólo consumo ese humito que recorre la garganta y pasea entre el corazón y las ideas, como dándote un palmetazo. Aún hay dudas que suprimo con otras dudas, pero éstas no aterran, sino muy por el contrario éstas aplacan y me hacen sonreír. Aún hay humito que recorre ese camino entre el corazón y las ideas, pero este recorrido va más pausado va sabiendo que todo está calmado, que vamos por buen camino. Me guiño el ojo, levanto mis hombros y me digo: vamos bien, al menos hasta hoy.