lunes, 26 de octubre de 2009

Pupila...pupila

Sentada con los ojos pegados a esas zapatillas. Brazo recogido, infinito transporte, deseo inigualable de estar frágil. No sé que párpado pesa más, no sé que instancia juzgará mi arrepentimiento. Esta pupila que está estrechamente ligada a tu recuerdo a esa presencia infinita que no se larga, que se presenta y está pegada a una sonrisa estúpida como esta pupila apretada que muere lentamente.
Me estoy tirando al infinito y estoy cayendo en ese frío insobornable, en esas rosas con espinas dulces que me lastiman con todo el deseo de sangrarme frívolamente. Están cayendo varios pedazos de mi alma, caen, caen sobre ti. Tus párpados están pegados mirando todo lo que no es parte de esos rotos. Tú sonríes con tus dientes, con tu alma puesta. Mis sensaciones se están partiendo, las comes en una galleta agridulce, las masticas y sólo son una maza de harina babosa.
Con la pupila pegada a ese deseo inescrupuloso y con cada uno de estos cabellos que se me están complicando, se me están enojando. Pupila, pupila… dame una sonrisa, engáñate con esta verdad soluble. Mírame estos ojos. Pegados a esa desnudes (divinidad mía).


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